viernes, 31 de enero de 2014

Juventud.

Hace mucho tiempo que no escribo por aquí, quizás por pereza, o porque no me hacía falta desahogarme para soportar un día más.



Aparezco por aquí hoy porque he pensado en mi yo del pasado, de cuando no pasaba de los 20 años. Me recuerdo como una chica fresca, sonriente, con un chispa entre chica dulce y misteriosa, una chica que no le preocupaba excesivamente lo que dijeran los demás, que se enfadaba por puras tonterías y acababa tan sonriente como siempre. Me llevaba a los chicos que quisiera, siempre respetándome y solo con el fin de divertirme, les hacía rabiar y acababan coladitos por mí. Tenía amigos, o eso creía. Pero me lo pasaba bastante bien. Tardes dando paseos, comiendo chucherías, escuchando música, quedando para hacer deberes o repasar para un examen, quedar para salir de fiesta y ponerme guapa con amigas. Contarnos chismes y secretos. Sobre todo, me lo pasé genial en 2º de bachiller, conocí gente nueva, no me daba miedo hablar con la gente, presentarme, mostrarme tal cual soy, quedar con gente nueva, compartir opiniones.

Hoy en día, no sé qué ha pasado para que esa chispa de frescura se me fuera. Paso los días medio amargada, preocupada por el dinero, sintiendo celos de chicas que en mi vida he visto, excesivamente preocupada de lo que piensan los demás de mí, haciendo absurdos esfuerzos por caer bien a la gente y fracasando en el intento, ahorrándome sonrisas, disimulando que presto atención cuando en realidad pienso en cosas que carecen de importancia. Donde está la chica atrevida de antes, que no tenía miedo de hacer preguntas y de hacer chistes, aunque no sonara graciosa, la que se reía por todo. Hubo un tiempo en que no me importaba nada.

Y eso también es relativo, no me malinterpretes. Claro que me preocupaban las cosas, pero no recuerdo quedar en cama pensando lo triste que estoy. No, yo hacía algo. Lo que fuera, con tal de no acabar siendo un lastre.
Ahora mismo me gustaría ponerme unos pantalones cortos, una camiseta, unas botas y salir a ligar, o salir con un grupito de amigas y pasarlo bien. Ponerme guapa y derrochar follabilidad. Que digan “¡joder vaya pivón!”. O que simplemente se fijen en mí, que me vean con otros ojos.

Ir por ahí, y pararme a hablar con alguien y que me salgan las palabras como si emanaran de mi alma, sin ponerme roja ni bloquearme. Sonreír, sobre todo echo de menos sonreír, y que me devuelvan la sonrisa.

Es que no es normal con 21 años no tener voluntad de hacer nada, pasar las tardes en cama, sentir pereza de peinarme, de levantarme a por un vaso de agua, ¡pero bueno!
Pongo de excusa que es el tiempo. Sí, a mí el invierno me deprime un montón. Porque llueve y no puedes salir a correr, o tienes que estar todo el día fuera lejos de casa y llegas con los pies mojados, o te mueres de frio en casa porque no hay calefacción, porque cansa conducir lloviendo a borbotones, porque el pelo se encrespa, porque no sabes que ponerte porque acabas mojada y con frio. Bah, ¿no ves? Siempre me estoy quejando de todo.
Me gustaría recuperar esa chispa, pero ¿cómo? Intento convencerme a mí misma de que valgo mucho, de que no pasa nada si soy yo misma, que se joda el mundo si no le gusto, pero siempre acabo amargada pensando que no valgo nada, que siempre hago el ridículo, haga lo que haga. ¿Por qué me pasa esto?

Yo tenía una imagen de mi misma de una chica fuerte. Y ahora tengo una imagen de una chica que es débil, que llora por todo, que todo le afecta. Le doy mil vueltas a historias que no valen nada, y lo que de verdad importa lo olvido, o le doy 0 importancia. Eso no puede ser.

Algo tiene que cambiar, pero oye, me dan miedo los cambios. Realmente, no sé porque me pasa. Miedo a estar sola, quizás. Pero me quedaré sola de todas formas, si no hago algo, ¿verdad?


Supongo que no hay que pensárselo mucho. Es hacerlo y ya. Dejarme llevar un poco. No sé. Tengo que investigar, fallar mil veces, hasta encontrar la manera. Es que, tengo miedo de que un día sea tarde de disfrutar de la juventud.

No hay comentarios:

Publicar un comentario